diciembre 19, 2011

El HOMBRE: ¿DESTRUCTOR DE SI MISMO?

Los trágicos acontecimientos causados  por el hombre mayormente contradictorios y a veces inconcebibles, y la quiebra irracional de la armonía o paz social en el  mundo, incluyendo el Perú nos hacen pensar en algo inaudito: parece que el hombre se ignora a si mismo; ya no medita, ni piensa sobre él. Si de pronto se interrogase sobre si mismo para saber lo que es, a lo mejor puede sorprenderse, al comprobar que es mas lo que ignora que lo que sabe acerca de él. Contrariamente, con asombrosa facilidad puede dar nombre a las cosas y definirlas, elaborar conceptos; puede deducir, inventar, descubrir y hacer precisiones con excepcional exactitud sobre el mundo natural o físico y crear nuevos instrumentos altamente sofisticados y sorprendentes, y él, sin embargo, hasta hoy no puede darse una definición, y solo sabe que pertenece al ser llamado hombre, y nada mas.

Es evidente que definir al hombre es un problema y una necesidad difícil de satisfacer, convirtiéndose en un palpitante problema,  un problema insoluble.

No cabe duda que tuvo razón Max Scheler, al expresar: el hombre. dice. “Ya no sabe lo que es, pero sabe que no lo sabe“. Y anonadado, tal vez, al no poder desentrañar lo que es, recurre a un método un tanto cartesiano para definirlo; para lo cual procede como sigue: suspender momentáneamente el entendimiento, de modo que en ese lapso, nada sabemos sobre el, la mente permanece en blanco, una tabula rasa; luego, olvidar metódicamente que no pertenecemos a la humanidad, separarse, tomar distancia. Y entonces, en mejores condiciones cognoscitivas y nueva situación, volver la mirada al ser hombre para conocerlo en toda su dimensión, y definirlo. Pero, ¡Que desilusión!, aun eso es imposible, dice Scheler: Jamás podría  suspenderse el entendimiento y convertir la mente en tábula raza; tampoco sentir, un instante siquiera, que no pertenecemos al ser llamado hombre.

¿Cómo definir entonces a este ser?
Si insistimos en definirlo por otras vías, igual, no encontramos con otros problemas o dificultades:

Así, las acciones humanas no siempre guardan relación con el pensamiento, y si quisiéramos definir al hombre a la luz de los acontecimientos, a  la mejor, se comprueba, que es verdad que no piensa, piensa poco o simplemente   es  arrastrado por sus pasiones; hay pues, con no poca frecuencia una  carencia de concordancia entre sus pensamientos y  sus acciones. El filósofo existencialista alemán, Martin Heidegger en su obra “Qué Significa Pensar”, sentencia con claridad y precisión, lo siguiente: “Lo gravísimo, dice, es que todavía no pensamos; ni aún ahora, a  pesar que  el estado del mundo da   cada vez mas que  pensar”, y agrega, “El hombre en lo que lleva de existencia,….ha obrado de más  y pensado de menos”, conforme a lo cual no medita lo suficientemente o simplemente no medita previo a sus acciones, ni siquiera en  situaciones  importantes. Por eso es que en no pocas veces sus acciones vencen o rebasan a sus pensamientos.

Entonces ¿Por qué no colegir que estas sean mayormente las causas para que sucedan o  hayan sucedido grandes tragedias humanas, muchas de ellas de destrucción, como las guerras?

En un  mundo  como el de hoy, de cambios  rápidos y sorprendentes, no tienen o no pueden tener cabida las acciones impensadas o mal pensadas, peor todavía con pasiones que  enturbian las  acciones humanas; y entonces, el problematismo del hombre continúa.

¿Pero sólo es la falta de concordancia entre el pensamiento y la acción?
No; es algo mas, el hombre es también un ser contradictorio, pues  coexisten en él la  grandeza y la miseria; en tal  sentido es  capaz de construir sorprendentemente su grandeza  pero  también de destruirla con facilidad; esa grandeza que lo ennoblece y lo enaltece, expresión de su ingenio e imaginación que provoca el asombro de la humanidad, coexisten en él, con la miseria que lo agobia y destruye, cuanto más grave, si es miseria espiritual.
Esto se desprende de las palabras del filósofo francés de pensamiento cristiano Blas Pascal, que sentencia: “El hombre es un ser tirado en un rincón del universo, con su miseria y su grandeza y un problema para si mismo”.

¿Qué es lo que finalmente es el hombre?
¿Acaso es el ser que para liberarse de la naturaleza y sus leyes ha creado un mundo cultural y social e impuesto sus propias leyes, a las que se sujeta libre y voluntariamente?

¿O es ser el protagonista de una lucha constante contra la naturaleza, a la cual, según se sabe, ha terminado no sólo de vencerla, sino de desarrollar en ella un proceso de lenta y continua destrucción de su preciada riqueza, sustento de la supervivencia humana?

¿O acaso es el ser desarmado o desamparado frente así mismo , por cuanto, algunos instrumentos u objetos, altamente sofisticados, creados por él, como las armas nucleares o las de destrucción masiva como son las armas biológicas, refinado de drogas, o de fármaco-dependientes,? etc. que al escaparse de su control, se han vuelto contra el hombre y amenazan su propia destrucción?

¿O es el ser cuyo ingenio e inteligencia manifiesta en la grandeza de sus obras, ha puesto, sin embargo, en peligro su subsistencia por su impotencia para detener su voracidad destructiva de la naturaleza?

¿Acaso es el ser cuya sed de grandeza, a veces desenfrenada, lo lleva, a realizar acciones cargadas de pasiones inhumanas, a la destrucción de si mismo, totalmente contradictorias con su propia naturaleza?

¿Tal vez, tuvo razón el filósofo existencialista francés Jean Paul Sartre, quien quizá, al sentirse impotente para definirlo, concluye y sentencia, finalmente, que el hombre es “Un ser carente de sentido, error de la naturaleza o una criatura mal hecha o una pasión inútil”?

¿Quién es pues este ser llamado hombre?, ¿Qué es?
¿Quién es este “hombre” que no sólo no sabe ¿Quién es?, o ¿Qué es?, si no que, además, ¿ni siquiera  es comprendido por si mismo?

El hombre es pues un problema para si mismo

Autor: Heriberto Pezo Fasanando
heriberto_pezo@hotmail.com

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