Los trágicos acontecimientos causados por el hombre mayormente contradictorios y a
veces inconcebibles, y la quiebra irracional de la armonía o paz social en
el mundo, incluyendo el Perú nos hacen
pensar en algo inaudito: parece que el hombre se ignora a si mismo; ya no
medita, ni piensa sobre él. Si de pronto se interrogase sobre si mismo para
saber lo que es, a lo mejor puede sorprenderse, al comprobar que es mas lo que
ignora que lo que sabe acerca de él. Contrariamente, con asombrosa facilidad
puede dar nombre a las cosas y definirlas, elaborar conceptos; puede deducir,
inventar, descubrir y hacer precisiones con excepcional exactitud sobre el
mundo natural o físico y crear nuevos instrumentos altamente sofisticados y
sorprendentes, y él, sin embargo, hasta hoy no puede darse una definición, y
solo sabe que pertenece al ser llamado hombre, y nada mas.
Es evidente que definir al hombre es un problema y una
necesidad difícil de satisfacer, convirtiéndose en un palpitante problema, un problema insoluble.
No cabe duda que tuvo razón Max Scheler, al expresar: el
hombre. dice. “Ya no sabe lo que es, pero sabe que no lo sabe“. Y anonadado,
tal vez, al no poder desentrañar lo que es, recurre a un método un tanto
cartesiano para definirlo; para lo cual procede como sigue: suspender
momentáneamente el entendimiento, de modo que en ese lapso, nada sabemos sobre
el, la mente permanece en blanco, una tabula rasa; luego, olvidar metódicamente
que no pertenecemos a la humanidad, separarse, tomar distancia. Y entonces, en
mejores condiciones cognoscitivas y nueva situación, volver la mirada al ser
hombre para conocerlo en toda su dimensión, y definirlo. Pero, ¡Que
desilusión!, aun eso es imposible, dice Scheler: Jamás podría suspenderse el entendimiento y convertir la mente
en tábula raza; tampoco sentir, un instante siquiera, que no pertenecemos al
ser llamado hombre.
¿Cómo definir entonces a este ser?
Si insistimos en definirlo por otras vías, igual, no
encontramos con otros problemas o dificultades:
Así, las acciones humanas no siempre guardan relación con
el pensamiento, y si quisiéramos definir al hombre a la luz de los
acontecimientos, a la mejor, se
comprueba, que es verdad que no piensa, piensa poco o simplemente es
arrastrado por sus pasiones; hay pues, con no poca frecuencia una carencia de concordancia entre sus pensamientos
y sus acciones. El filósofo existencialista
alemán, Martin Heidegger en su obra “Qué Significa Pensar”, sentencia con
claridad y precisión, lo siguiente: “Lo gravísimo, dice, es que todavía no
pensamos; ni aún ahora, a pesar que el estado del mundo da cada vez mas que pensar”, y agrega, “El hombre en lo que lleva
de existencia,….ha obrado de más y
pensado de menos”, conforme a lo cual no medita lo suficientemente o
simplemente no medita previo a sus acciones, ni siquiera en situaciones
importantes. Por eso es que en no pocas veces sus acciones vencen o
rebasan a sus pensamientos.
Entonces ¿Por qué no colegir que estas sean mayormente
las causas para que sucedan o hayan
sucedido grandes tragedias humanas, muchas de ellas de destrucción, como las
guerras?
En un mundo como el de hoy, de cambios rápidos y sorprendentes, no tienen o no
pueden tener cabida las acciones impensadas o mal pensadas, peor todavía con
pasiones que enturbian las acciones humanas; y entonces, el problematismo
del hombre continúa.
¿Pero sólo es la falta de concordancia entre el
pensamiento y la acción?
No; es algo mas, el hombre es también un ser
contradictorio, pues coexisten en él
la grandeza y la miseria; en tal sentido es
capaz de construir sorprendentemente su grandeza pero
también de destruirla con facilidad; esa grandeza que lo ennoblece y lo
enaltece, expresión de su ingenio e imaginación que provoca el asombro de la
humanidad, coexisten en él, con la miseria que lo agobia y destruye, cuanto más
grave, si es miseria espiritual.
Esto se desprende de las palabras del filósofo francés de
pensamiento cristiano Blas Pascal, que sentencia: “El hombre es un ser tirado
en un rincón del universo, con su miseria y su grandeza y un problema para si
mismo”.
¿Qué es lo que finalmente es el hombre?
¿Acaso es el ser que para liberarse de la naturaleza y
sus leyes ha creado un mundo cultural y social e impuesto sus propias leyes, a
las que se sujeta libre y voluntariamente?
¿O es ser el protagonista de una lucha constante contra
la naturaleza, a la cual, según se sabe, ha terminado no sólo de vencerla, sino
de desarrollar en ella un proceso de lenta y continua destrucción de su
preciada riqueza, sustento de la supervivencia humana?
¿O acaso es el ser desarmado o desamparado frente así
mismo , por cuanto, algunos instrumentos u objetos, altamente sofisticados,
creados por él, como las armas nucleares o las de destrucción masiva como son
las armas biológicas, refinado de drogas, o de fármaco-dependientes,? etc. que
al escaparse de su control, se han vuelto contra el hombre y amenazan su propia
destrucción?
¿O es el ser cuyo ingenio e inteligencia manifiesta en la
grandeza de sus obras, ha puesto, sin embargo, en peligro su subsistencia por
su impotencia para detener su voracidad destructiva de la naturaleza?
¿Acaso es el ser cuya sed de grandeza, a veces
desenfrenada, lo lleva, a realizar acciones cargadas de pasiones inhumanas, a
la destrucción de si mismo, totalmente contradictorias con su propia
naturaleza?
¿Tal vez, tuvo razón el filósofo existencialista francés
Jean Paul Sartre, quien quizá, al sentirse impotente para definirlo, concluye y
sentencia, finalmente, que el hombre es “Un ser carente de sentido, error de la
naturaleza o una criatura mal hecha o una pasión inútil”?
¿Quién es pues este ser llamado hombre?, ¿Qué es?
¿Quién es este “hombre” que no sólo no sabe ¿Quién es?, o
¿Qué es?, si no que, además, ¿ni siquiera es comprendido por si mismo?
El hombre es pues un
problema para si mismo
Autor: Heriberto Pezo Fasanando
heriberto_pezo@hotmail.com
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