El enamoramiento es un estado de ánimo, un
desencadenante de la experiencia amorosa. Dicha experiencia puede ser
compartida o no por la otra persona; si ésta responde a nuestro deseo amoroso,
es la vivencia del éxtasis, la magia. No parece haber barreras para los
amantes, como si nada tuviera mayor sentido que ellos mismos.
Cuando, por el contrario, no existe una
correspondencia, el deseo y la frustración continua generan un estado de
tristeza profunda. Toda esa energía que genera el enamoramiento, al no encontrar
respuesta, se vuelve contra uno mismo generando autodestrucción. Se pierde la
alegría, el deseo de vivir, y uno se ve a sí mismo inferior, pensando cosas
como: "... algo malo tendré para que no me quiera...; no soy lo
suficientemente guapo/a, simpático/a...; nunca encontraré a nadie para mí...;
no me volveré nunca a enamorar...". Hay que hacer una despedida interior,
vivir el duelo y prepararse para una nueva apertura.
La persona enamorada puede sentir sensaciones
de frío, calor, tener taquicardia, ponerse a temblar, enrojecer ante la
presencia de la persona amada o con solo oír su nombre. Se vive con gran
intensidad, pero también con gran inseguridad, llegando a sentir desde la
alegría más absoluta a la tristeza más profunda por el miedo al abandono del
ser amado.
El pensamiento se convierte en obsesivo,
"...no puedo dejar de pensar en él/ella...". Se está pendiente de una
palabra suya de afecto, de una sonrisa, una mirada, una llamada de teléfono...,
para asegurarnos de que existe una correspondencia.
El comportamiento es compulsivo: impulso de
frecuentar los lugares por donde pasa, hablar continuamente de él/ella, de sus
características físicas, de su personalidad... Nos sentimos totalmente
seducidos por esa persona, todo cuanto hace o dice es maravilloso. Tiene
gracia, es inteligente, valor, honradez, coherencia...
El enamoramiento puede manifestarse bruscamente –es el flechazo– o como la transformación de una relación que se inició como amistosa.
Cuando estamos enamorados/as, se desea estar el
máximo posible del tiempo con la persona amada, incorporarlo a nuestro mundo, a
nuestra vida. Se busca contacto a través de la piel, la mirada, se busca su
proximidad, sentir su energía.
Vivir el enamoramiento es como estar en otro
mundo. Es vivir en la fantasía. No vemos al amado como es, sino que sólo vemos
algunas de sus partes, aquellas que deseamos ver o que deseamos que tenga. Lo
convertimos en la pareja ideal, interpretando su comportamiento en base a
nuestras fantasías. En realidad nos imaginamos como es y nos lo creemos, a
veces acertamos en algo, pero otras después de este período, incluso se llega a
pensar: "...como me pude enamorar de esta persona, ...cómo no me di cuenta
de como era, ... antes no era así..." Es la idealización del ser amado.
Todo cuanto hace o dice nos parece hermoso, no
tiene defectos, incluso no entendemos como alguien puede verle alguno, incluso
si vemos algo que en otras personas sería negativo, en el ser amado no tiene
importancia. En este período se altera nuestra manera de vivir el tiempo y el
espacio, no existe otra realidad que el ser amado. El tiempo parece muy corto
en su presencia y muy largo en su ausencia.
Cuando una persona está enamorada es fácilmente
reconocida por los otros a través de todo un lenguaje corporal, la forma de
mirar al otro, de escucharle, de sonreírle... Enamorarse produce placer, nos
volvemos más receptivos con todos los sentidos: somos capaces de detectar
sutiles cambios de voz, de la mirada, del gesto, nos permitimos también sentir
más las emociones y todo nuestro organismo se revitaliza.
También aumenta nuestra autoestima, nos
sentimos más seguros e importantes, queridos/as, incluso aquellos aspectos que
antes no nos gustaban de nosotros mismos, ya no son tan importantes. Es como si
de repente nos sintiéramos hermosos, útiles, inteligentes, fuertes,
deseados/as... y nos convertimos en todo aquello que queremos ser o que cree el
otro que somos.
Sin embargo, cuando nos enamoramos aparece la
siguiente creencia: que la otra persona ha de corresponder (de lo contrario, es
injusto).
El enamoramiento, como todos los procesos
internos, se produce individualmente, y a veces maravillosamente se da a dúo,
pero en otras ocasiones no es correspondido. En este caso es cuando, unido al
placer del enamoramiento, aparece la tristeza, la melancolía amorosa.
Es una experiencia que nos une, querámoslo o
no, con la persona amada, incluso aunque ésta no quiera. Le amamos intensamente
y le hacemos objeto de nuestro deseo, de nuestras ilusiones y fantasías. Pero
la otra persona puede no sentir lo mismo. El enamoramiento no es algo
voluntario, ni se puede crear ni hacerlo desaparecer. Existe o no existe. Es un
proceso que hay que pasar, como el desamor.
Autor: Prof. Jorge Olguin
Psicólogo Transpersonal Argentino
www.jorgeolguin.org
Autor: Prof. Jorge Olguin
Psicólogo Transpersonal Argentino
www.jorgeolguin.org
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