Hacia
el año 2000 salio a la luz pública un informe que implicaba un análisis sobre la personalidad
de Adolph Hitler entre documentos de la Donovan
Nuremberg Trials Collection de la Biblioteca de Derecho de la Universidad
de Cornell, en Ithaca, Nueva York. El documento había estado clasificado como secreto
durante más de cinco décadas, hasta que pasó a los fondos de la Universidad de
Cornell, pero curiosamente ningún investigador había revisado y tomado en
cuenta en el hasta ese momento. El psiquiatra, Jerrold Post, quien reviso por
primera vez el texto íntegro del informe cuando investigaba para su propio
libro, denominado “La evaluación
psicológica de los líderes políticos”.
Dicho perfil psicológico fue elaborado en 1943 por el psiquiatra Dr. Henry Murray, de la
Universidad de Harvard, a petición de la Oficina de Servicios Estratégicos
(OSS), para ayudar a los Aliados a entender el carácter del Hitler. El doctor
Murray trabajó en un equipo capitaneando por el psiquiatra Walter Langer, cuyo
cometido consistía en trazar perfiles psicológicos de los líderes mundiales. El
papel de Murray en el cuadro psicológico de Hitler había pasado hasta ahora
casi desapercibido. Casi todos los méritos se los había adjudicado Walter
Langer, que en 1972 aprovechó gran parte del material para escribir La mente de Adolf Hitler.
El
documento confeccionado por el Dr. Murray llevaba por título: "Análisis de la personalidad de Adolf Hitler con predicciones sobre su
futuro comportamiento y sugerencias para tratar con él ahora y después de la
rendición alemana".
De
acuerdo con este informe de 250 páginas, que ha permanecido lejos de la luz
pública durante más de sesenta años,
Hitler era una persona rencoroso, con baja tolerancia a la crítica, tendencia a
menospreciar a las personas y a buscar venganza. Según el psiquiatra, el
dictador germano era incapaz de aceptar una broma, se mostraba perseverante
frente a la derrota y mostraba una fuerte obstinación y confianza en sí mismo.
Murray
describía la personalidad de Hitler como la de un criminal compulsivo. Pero lo
más destacable es que el trabajo del Dr. Murray predecía, entre otras cosas, el
posible suicidio de Hitler. El psicólogo anticipó que, si Alemania perdía la
guerra, Hitler podría suicidarse de forma dramática y explosiva, pero si le
mataban podría convertirse en un mártir. El Dr. Murray llegaría a concretar de
forma asombrosamente exacta las circunstancias en las que se podría producir
ese suicidio: Retirándose a su búnker y pegándose un tiro.
El
psicólogo norteamericano afirmaba que había un gran componente femenino en la
constitución de Hitler, que tenia muchas debilidades, que nunca hizo trabajos
manuales o practicó deportes y que de soldado era desagradablemente sumiso,
presto siempre a plegarse con un servilismo irritante a las órdenes de sus
superiores. En el terreno sexual, le describió como un masoquista pasivo,
aunque ése no era el único modelo, y también se caracterizaba por su
homosexualidad reprimida. El psicoanalista estimaba que las pesadillas que le
perseguían entonces permiten sugerir que sufría pánico homosexual, es decir,
terror ante la atracción sexual que sentía hacia los hombres.El Dr. Murray
creyó apreciar también en Hitler síntomas de sifilofobia (miedo a contaminarse
con la sangre en el contacto sexual con una mujer). Además, era propenso a la
histeria y las tendencias edípicas y con una capacidad infinita para la
autodegradación.
El
doctor Murray estimaba que los crímenes que cometió pudieron deberse en parte
al desprecio ante sus propias debilidades y como venganza por los abusos
sufridos durante su infancia. Según Murray, la etapa infantil marcó
dramáticamente el destino de Hitler, victima de las humillaciones y del sadismo
de su padre. En su opinión, el pequeño Adolf se debatió entre el odio y el
respeto a su padre y el amor y el desprecio hacia su madre.
En
el informe de podía leer: “Las acciones conspicuas de Hitler fueron una
imitación de su padre y no de su madre. Tenía sentimientos ambivalentes hacia
ambos… Sentía envidia y admiración por el poder masculino de su padre, y
despreciaba la sumisión y debilidad de su madre”. El «poder masculino» y las
«sumisión femenina» libraron una guerra muerte en el interior de Hitler, de
acuerdo con el psicoanalista norteamericano. Su afán de domino y crueldad
manifiesta fueron una manera de superar el yugo, emulando a su propio padre, y
de rebelarse contra la debilidad heredada de su madre.
A
Murray también le correspondió asesorar al Gobierno norteamericano sobre qué
hacer con Hitler en el supuesto de encontrarlo con vida. Murray y su equipo
recomendaron llamarle Falso Profeta, Falso Mesías, Satán Encarnado o Criminal
de Guerra número uno, por este orden. Entre otros castigos, sugería que a
Hitler se le encerrara en una celda y se le martirizara con sonidos
desagradables a todo volumen, bajo la mirada implacable de una cámara secreta
que filmara su sufrimiento y se lo hiciera ver a todo el mundo.
Las
circunstancias obligaron a Murray a psicoanalizar al dictador desde la distancia,
para lo que reunió información de segunda mano, como su genealogía, su
historial escolar y militar, informes públicos de acontecimientos en la prensa
y filmados, la información de la OSS, y los propios escritos del dictador y de
sus biógrafos.
Pese
a las dificultades obvias para estudiar al paciente,
el diagnóstico final del Dr. Murray fue que Hitler sufría neurosis,
paranoia, histeria y esquizofrenia, entre otros males.
Según
los expertos este diagnóstico está mediatizado por especulaciones y teorías que
no han resistido el paso del tiempo. Para ellos, el estudio expone una serie de
malinterpretaciones y prejuicios propios de la psiquiatría de eso años. Hay que
tener presente que el doctor Murray no tenía a su alcance herramientas como los
estudios genéticos o la catalogación de enfermedades mentales que llegaría
tiempo después. Algunos consideran que la falta de datos científicos y el
contexto en el que se elaboró el estudio psicológico, durante la Segunda Guerra
Mundial y en plena eclosión del psicoanálisis, restan valor al cuadro clínico
de Adolf Hitler.
Aun
así, los expertos coinciden en que algunas de las conclusiones de Murray siguen
siendo tan válidas hoy día como lo eran entonces, y lo que nadie puede negar a
Murray en su acierto al avanzar cómo podía ser la muerte del dictador.
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